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Mensajes de Ridvan : 2016-173BE
La Casa Universal de Justicia
Ridván 2016 / 173BE
A los bahá’ís del mundo
Queridos amigos bahá’ís:

Con la llegada del Rey de los Festivales, el período de preparación para el próximo Plan global ha finalizado: llamamos ahora a los amigos de Dios a un nuevo compromiso de cinco años de valentía, resolución y recursos.

La compañía de los fieles de Bahá’u’lláh está lista. Las reuniones institucionales convocadas en todo el mundo durante los últimos meses han enviado señales seguidas del anhelo por comenzar esta poderosa empresa. Los imperativos contenidos en el mensaje dirigido a la Conferencia de los Consejeros se están traduciendo ya en planes de acción decididos. Décadas de esfuerzos heroicos han moldeado a la comunidad y le han ganado una medida de capacidad demostrada para impulsar el crecimiento, reforzándola para este momento. Las dos últimas décadas, en especial, han acelerado notablemente este ansiado incremento en suficiencia.

Durante este período, la adopción de un marco de acción evolutivo ha permitido que los amigos cultiven y refinen capacidades esenciales de manera progresiva, dando origen a sencillos actos de servicio que los han encaminado hacia modelos de acción más elaborados que, a su vez, han requerido el desarrollo de capacidades más complejas todavía. De esta manera se ha iniciado un proceso sistemático de desarrollo de recursos humanos y de construcción de comunidad en miles de agrupaciones y, en muchas de ellas, ha llegado a ser muy avanzado. El enfoque no se ha centrado únicamente en el creyente, o en la comunidad, o en las instituciones de la Fe; los tres participantes inseparables en la evolución del nuevo Orden Mundial están siendo impulsados por las fuerzas espirituales liberadas mediante el despliegue del Plan Divino. Las señales de su progreso son cada vez más evidentes: en la confianza que un sinnúmero de creyentes han adquirido para compartir relatos de la vida de Bahá’u’lláh y conversar sobre las implicaciones de Su Revelación y Alianza inigualable; en el número creciente de almas que, como resultado de ello, han sido atraídas a Su Causa y están contribuyendo a la consecución de Su visión unificadora; en la capacidad de los bahá’ís y de sus amigos, en las bases mismas de la comunidad, para describir de manera elocuente su experiencia de un proceso capaz de transformar el carácter y moldear la realidad social; en el número significativamente mayor de personas nativas de un país que, como miembros de instituciones y agencias bahá’ís, están ahora guiando los asuntos de sus comunidades; en la aportación fiable, generosa y sacrificada al Fondo, tan vital para sostener el avance de la Fe; en el florecimiento sin precedentes de la iniciativa individual y la acción colectiva en apoyo de actividades de construcción de comunidad; en el entusiasmo de tantas almas desinteresadas que, en la flor de la juventud, están aportando una inmensa vitalidad a este trabajo, ocupándose particularmente de la educación espiritual de las generaciones más jóvenes; en el enriquecimiento del carácter devocional de la comunidad mediante reuniones habituales de adoración; en el aumento de la capacidad a todos los niveles de la administración bahá’í; en la disposición de las instituciones, las agencias y los individuos para pensar en términos de proceso, para leer su realidad inmediata y evaluar los recursos de que disponen en los lugares donde viven, y hacer planes sobre esa base; en la dinámica ya familiar de estudio, consulta, acción y reflexión que ha cultivado una actitud de aprendizaje instintiva; en la comprensión creciente de lo que significa dar cumplimiento a las Enseñanzas mediante la acción social; en el número cada vez mayor de oportunidades que se persiguen y se aprovechan para ofrecer una perspectiva bahá’í a los discursos prevalecientes en la sociedad; en la conciencia de una comunidad global de que, en todos sus esfuerzos, está acelerando la aparición de una civilización divina poniendo de manifiesto el poder de construcción social inherente a la Causa; de hecho, en la creciente apreciación de los amigos de que sus esfuerzos por fomentar la transformación interior, por ampliar el círculo de unidad, por colaborar con otros en el campo del servicio, por ayudar a los pueblos a hacerse cargo de su propio desarrollo espiritual, social, y económico, y —mediante todos estos esfuerzos conseguir el mejoramiento del mundo— expresan el propósito mismo de la religión.

Aunque no hay una sola medida que capte la totalidad del progreso de la comunidad bahá’í, mucho se puede deducir del número de agrupaciones en todo el mundo donde se ha establecido un programa de crecimiento, que, con gratitud por los infinitos favores otorgados por la Belleza de Abhá, confirmamos ha sobrepasado los 5.000. Un fundamento de tal amplitud era un requisito previo para asumir la tarea que ahora afronta el mundo bahá’í: la de fortalecer el proceso de crecimiento en cada agrupación donde ha comenzado y de ampliar aun más un modelo de vida comunitaria enriquecedor. El esfuerzo sostenido que se requiere será arduo. Pero el resultado tiene el potencial de ser sumamente significativo, incluso de hacer época. Los pequeños pasos, si se toman con regularidad y rapidez, llegan a recorrer una gran distancia. Concentrándose en el avance inicial que debe lograrse en una agrupación —por ejemplo, en los seis ciclos anteriores al primero de los aniversarios bicentenarios— los amigos contribuirán mucho a traer a su alcance la meta de los cinco años completos. En cada ciclo hay depositadas oportunidades fugaces para dar un paso hacia adelante, posibilidades preciosas que no se repetirán.

Por desgracia, en la sociedad en general se multiplican y empeoran los síntomas de una enfermedad del alma cada vez más profunda. Cuán llamativo que, mientras las gentes del mundo sufren por falta del verdadero remedio y se dirigen erráticamente de una falsa esperanza a otra, ustedes están serenamente puliendo un instrumento que conecta los corazones con la eterna Palabra de Dios. Cuán llamativo que, en medio de la cacofonía de opiniones inamovibles e intereses contrarios, cada vez más agresiva en todas partes, ustedes están centrados en congregar a la gente para construir comunidades que sean refugios de unidad. Lejos de desalentarlos, que los prejuicios y las hostilidades del mundo sean recordatorios de la urgencia con que las almas a su alrededor necesitan el bálsamo curativo que sólo ustedes pueden brindarles.

Éste es el último de una serie de Planes de Cinco Años consecutivos. Cuando llegue a su culminación, se abrirá una nueva fase en la evolución del Plan Divino, destinada a impulsar a la comunidad de Bahá’u’lláh hacia el tercer siglo de la Era Bahá’í. Que los amigos de Dios en todos los países aprecien la promesa de estos pocos años venideros, que serán una preparación rigurosa para las tareas más poderosas aún que están por venir. El ámbito espacioso del Plan actual hace posible que cada persona pueda apoyar este trabajo, por humilde que sea su parte. Les pedimos, preciados colaboradores, adoradores de Aquel que es el Bienamado de los mundos, que no escatimen esfuerzos para aplicar todo lo que han aprendido, y cualquier habilidad y destreza que posean por la gracia de Dios, para hacer avanzar el Plan Divino hacia su próxima etapa esencial. A sus propias súplicas fervientes por la ayuda celestial sumamos la nuestra, ofrecida en los Santuarios Sagrados, en nombre de todos los que laboran por esta Causa que todo lo abarca.

La Casa Universal de Justicia

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